POEMA 6

Autor: Pablo Neruda

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Te recuerdo como eras en el último otoño. 
Eras la boina gris y el corazón en calma. 
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo. 
Y las hojas caían en el agua de tu alma. 

Apegada a mis brazos como una enredadera, 
las hojas recogían tu voz lenta y en calma. 
Hoguera de estupor en que mi sed ardía. 
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma. 

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño: 
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa 
hacia donde emigraban mis profundos anhelos 
y caían mis besos alegres como brasas. 

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros. 
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma! 
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos. 
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

VEJECES

Autor: José Asunción Silva

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Las cosas viejas, tristes, desteñidas, 
sin voz y sin color, saben secretos 
de las épocas muertas, de las vidas 
que ya nadie conserva en la memoria, 
y a veces a los hombres, cuando inquietos 
las miran y las palpan, con extrañas 
voces de agonizante dicen, paso, 
casi al oído, alguna rara historia 
que tiene oscuridad de telarañas, 
són de laúd, y suavidad de raso. 
¡Colores de anticuada miniatura, 
hoy, de algún mueble en el cajón, dormida; 
cincelado puñal; carta borrosa, 
tabla en que se deshace la pintura 
por el tiempo y el polvo ennegrecida; 
histórico blasón, donde se pierde 
la divisa latina, presuntuosa, 
medio borrada por el liquen verde; 
misales de las viejas sacristías; 
de otros siglos fantásticos espejos 
que en el azogue de las lunas frías 
guardáis de lo pasado los reflejos; 
arca, en un tiempo de ducados llena, 
crucifijo que tanto moribundo, 
humedeció con lágrimas de pena 
y besó con amor grave y profundo; 
negro sillón de Córdoba; alacena 
que guardaba un tesoro peregrino 
y donde anida la polilla sola; 
sortija que adornaste el dedo fino 
de algún hidalgo de espadín y gola; 
mayúsculas del viejo pergamino; 
batista tenue que a vainilla hueles; 
seda que te deshaces en la trama 
confusa de los ricos brocateles; 
arpa olvidada que al sonar, te quejas; 
barrotes que formáis un monograma 
incomprensible en las antiguas rejas, 
el vulgo os huye, el soñador os ama 
y en vuestra muda sociedad reclama 
las confidencias de las cosas viejas! 
El pasado perfuma los ensueños 
con esencias fantásticas y añejas 
y nos lleva a lugares halagüeños 
en épocas distantes y mejores, 
por eso a los poetas soñadores, 
les son dulces, gratísimas y caras, 
las crónicas, historias y consejas, 
las formas, los estilos, los colores 
las sugestiones místicas y raras 
y los perfumes de las cosas viejas! 

RIMA XII

Gustavo Adolfo Bécquer

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RIMA XII 

Porque son, niña, tus ojos 
verdes como el mar, te quejas; 
verdes los tienen las náyades, 
verdes los tuvo Minerva, 
y verdes son las pupilas 
de las huríes del Profeta. 

El verde es gala y ornato 
del bosque en la primavera; 
entre sus siete colores 
brillante el Iris lo ostenta, 
las esmeraldas son verdes; 
verde el color del que espera, 
y las ondas del océano 
y el laurel de los poetas. 

Es tu mejilla temprana 
rosa de escarcha cubierta, 
en que el carmín de los pétalos 
se ve al través de las perlas. 

Y sin embargo, 
sé que te quejas 
porque tus ojos 
crees que la afean, 
pues no lo creas. 

Que parecen sus pupilas 
húmedas, verdes e inquietas, 
tempranas hojas de almendro 
que al soplo del aire tiemblan. 

Es tu boca de rubíes 
purpúrea granada abierta 
que en el estío convida 
a apagar la sed con ella, 

Y sin embargo, 
sé que te quejas 
porque tus ojos 
crees que la afean, 
pues no lo creas. 

Que parecen, si enojada 
tus pupilas centellean, 
las olas del mar que rompen 
en las cantábricas peñas. 

Es tu frente que corona, 
crespo el oro en ancha trenza, 
nevada cumbre en que el día 
su postrera luz refleja. 

Y sin embargo, 
sé que te quejas 
porque tus ojos 
crees que la afean: 
pues no lo creas. 

Que entre las rubias pestañas, 
junto a las sienes semejan 
broches de esmeralda y oro 
que un blanco armiño sujetan. 

Porque son, niña, tus ojos 
verdes como el mar te quejas; 
quizás, si negros o azules 
se tornasen, lo sintieras.

 

El Vanguardismo de Genaro Lahuerta López

Nació en Valencia el 8 de febrero de 1905.
Destacado retratista que formó parte del grupo pictórico “Los Ibéricos”

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Comenzó su formación artística en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia, que continuó  en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos a partir de 1919.
Al finalizar sus estudios comenzó a trabajar como ilustrador para algunas revistas de la época y a impartir clases de pintura.

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Expuso por primera vez en la Sala Blava de Valencia en 1928 y en 1929 en la “Sala Parés” de Barcelona.
Viajó por varios países europeos, gracias a una beca que le fue concedida en 1932.

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Obtuvo la Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid en En 1943.
Cinco años después conseguiría la Primera Medalla en la misma exposición.
En 1953 la Dirección General de Plazas Africanas le concedió una beca para que pintara el Sáhara Español.

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A lo largo de su vida, fue académico de la Real Academia de San Carlos de Valencia, San Jorge de Barcelona, Santa Isabel de Hungría de Sevilla y de San Fernando de Madrid.

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Obtuvo numerosas distinciones, la Academia de las Artes, Ciencias y Letras de París le concedió su Medalla de Oro, y en España el Ministerio de Educación y Ciencia le otorgó la Medalla al Mérito de las Bellas Artes.
En 1987, dos años después de su muerte, la Diputación Provincial de Valencia le dedicó una exposiciónretrospectiva de su obra.

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Considerado por los especialistas uno de los principales herederos del espíritu artístico de Sorolla, y pieza clave en la pintura valenciana y española, de la primera mitad del siglo pasado.

Injustamente su figura y su obra en la actualidad está muy olvidada.
Murió en Valencia el 10 de febrero de 1985

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El Cubismo y sus exponentes : Picasso

La crítica suele indicar como el origen del Cubismo la exposición retrospectiva que el Salón de otoño de 1907 dedicó a Paul Cézanne, y en la que Picasso, Matisse, Braque, Leger y otros pudieron descubrir el fruto de los años de investigación que aquel tuvo en Aix-en-Provence, lugar en el que Cezanne se retiró decepcionado por las fuertes críticas que había recibido en las primeras exposiciones impresionistas.

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(Pablo Picasso: Retrato de Daniel Henry Kahnweiler. 1910)

Sus dos últimas obras constituyen una genuina revolución, por la renuncia a los cánones tradicionales de la perspectiva, la reducción del espacio a dos dimensiones y la simplificación de los objetos en formas geométricas. Igualmente relevante para el cubismo fue la influencia del arte extraeuropeo, que ofreció a los artistas nuevos estímulos y alternativas a los modelos clásicos. Concretamente, el estilo cubista frecuentemente va unido al descubrimiento de las esculturas africanas, difundidas a través de los pintores fauvistasDerain, Vlaminck y Braque fueron coleccionistas de arte africano. Matisse reúne veinte piezas, que muestra a Picasso transmitiéndole la pasión por ese arte. El pintor español acudió varias veces a visitar las colecciones etnográficas deTrocadéro, y a partir de 1907 conserva máscaras y esculturas africanas en su estudio.

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(Las Señoritas de Avignon 1907.)

Varios dibujos preparatorios, y muy heterogéneos entre sí, tanto en el estilo, precedieron a a la ejecución de esta obra. Material que testifica como el artista partió de una intuición inicial mas bien vaga y fue quitando o añadiendo sucesivamente varios elementos antes de conseguir el resultado final. En principio, la obra tenía que representar a cinco mujeres y a dos hombres (un marinero y un estudiante con una calavera en la mano) en un prostíbulo en la calle de Avinyó de Barcelona, posando entre grandes cortinajes y bodegones de flores y fruta.cezanne-banistasSeguidamente, los hombres y las flores se eliminaron, y sólo quedó la fruta en primer plano y algunas telas al fondo. Las tres figuras de la izquierda recuerdan a las bañistas de Cezanne.  La de la derecha (en un segundo plano) es la más parecida a las máscaras africanas. En cambio, la mujer sentada, parece la más cubista; muestra al espectador el rostro y la espalda, y es un primer intento de realizar una pintura simultánea que represente la realidad desde varios puntos de vista.

ImagenMujer con abanico. 1907-1908)

Esta obra documenta la trayectoria artística de la que nace el cubismo y el método de trabajo adoptado por Pablo Picasso. Expuesta a los rayos X ha revelado que el pintor ideó inicialmente un retrato de su compañera Fernande Olivier, de manera tradicional y realista. Para luego, sucesivamente intervenir en el dibujo con el que usó pocos colores (a lo sumo gris, blanco y ocre) para modificarlo y simplificarlo progresivamente hasta acercarlo a figuras geométricas elementales. La descomposición de las formas es más evidente en las butaca, mientras que la figura de la mujer, aun careciendo de profundidad, todavía presenta elementos naturalistas.

 

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(Fábrica de ladrillos de Tortosa – 1909)

Picasso, subdividió los espacios en grandes facetas en sombra que reducen los edificios a un conjunto de elementos sólidos y geométricos, contemplados desde perspectivas diferentes. Incluso los troncos de las palmeras aparecen representados como simples cilindros; sólo el espeso follaje mantiene una vaga alusión naturalista. Los colores se reducen a lo esencial, esto contribuye a una atmósfera fría y antinatural.

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(Retrato de Ambroise Vollard1909 – 1910)

Este retrato, junto con los coetáneos de Wilhelm Uhde y de Kanhweiler (véase el principio de la entrada), es uno de los mejores ejemplos del cubismo analítico, caracterizado por una radical fragmentación de las formas que anula casi por completo su consistencia material; por eso también se le ha definido como “hermético”. Vollard se encuentra sentado en el centro del cuadro; a su espalda se adivina quizás una mesa con una botella y un libro apoyado verticalmente.

 

Tomado de: http://decualquiermodocaeradepie.blogspot.com/

 

La Torre de Londres: Una fortaleza con destinos inusuales

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Esta singular edificación de piedra, de 1.170 metros cuadrados y más de 27 metros de altura, de color blanco reluciente, que podía divisarse desde varios kilómetros a la redonda, era todo un hito para la época. Era la Torre Blanca, una fortaleza encargada hacia el 1076 por Guillermo El Conquistador. Había logrado obtener la corona por la fuerza doce años atrás, luego de derrotar en Hastings a su cuñado, y para muchos, el legítimo heredero de Eduardo el Confesor, muerto sin descendencia.
Guillermo no era un rey popular y era consciente de tal situación, el pueblo que gobernaba nunca dejó de considerarlo un extranjero. Esto le llevo a reforzar las murallas de la ciudad capital y a construir un bastión que sumaba los últimos avances en tecnología militar con las comodidades propias de una residencia real. Su propósito no era únicamente repeler a posibles invasores extranjeros, ante todo era, intimidar a sus vasallos.

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Guillermo “El Conquistador”

Aunque Guillermo no vería culminada la Torre Blanca, sus sucesores la usaron constantemente. En la edad media se empleó principalmente como refugio en situaciones de inestabilidad política, cuando los soberanos veían peligrar su posición. Pronto se llevarían a cabo ampliaciones y mejoras.
Enrique III, quien tenía numerosos enemigos, añadió 50 años después una muralla, un foso y nueve torres, entre ellas la de Wakefield, la de Lanthorn y la de Beauchamp. Pero fue su hijo Eduardo I, quien le dio el impulso definitivo hasta convertir la fortaleza en el conjunto de edificios que hoy se conoce como la Torre de Londres. Edificó una segunda muralla y otro foso para obtener dos líneas de defensa concéntricas, construyó nuevos aposentos, estableció allí la Casa de la Moneda y fue el primero en asentar calabozos permanentes.

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Con todas estas adiciones las expectativas eran que el conjunto fuese inexpugnable, sin embargo a finales del siglo XIV estalla una revuelta campesina producto de la aplicación de un impuesto, la que logró burlar sus defensas. El resultado: asesinato del tesorero real y el arzobispo de Canterbury.
La Torre no volvió a ser un lugar seguro para la realeza, o al menos para algunos de sus miembros es de reseñar lo ocurrido en el siglo XV con los príncipes Eduardo y Ricardo, niños de 12 y 10 años respectivamente, su tío conocido luego como Ricardo III los envió a la Torre bajo la excusa de prepararlos para la coronación del primogénito, al tiempo los declaró ilegítimos y se apoderó del trono. De los sobrinos no se supo nada más hasta 1933 cuando una excavación forense aceptó la posibilidad de que los esqueletos hallados fueran la de los desafortunados príncipes.

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Enrique VIII (Enrique Tudor)

La historia de sangre de la Torre continúa bajo el reinado de la dinastía Tudor, primero con Enrique VIII, aunque para 1533 cuando ordena construir unos especiales aposentos para su esposa Ana Bolena. Poco podía imaginar la reina que tres años más tarde moriría decapitada a pocos metros de allí. La misma suerte correría Catalina Howard, quinta esposa del Rey Enrique VIII y antes que las dos reinas Tomás Moro, canciller del reino y amigo del Rey por no aceptar la ruptura oficial con la Iglesia Católica, opuesta al divorcio del Rey con su primera esposa. 

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Isabel I de Inglaterra (Ultima reina de la dinastía Tudor)

La tradición de uso seguiría con María I, hija de Enrique VIII, ferviente católica, quien en su condición religiosa ordena ingentes persecuciones de carácter religioso y político de la que apenas pudo escapar su hermana Isabel, que fue huésped de la Torre por dos meses, acusa de conspirar contra su media hermana. No tuvo tanta suerte Juana Grey, antecesora de María, quien solo reino por nueve días y fue ejecutada a los 19 años.

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Oliver Cromwell

El siglo XVII trajo nuevos sobresaltos, por vez primera en su historia, la Torre de Londres se desvincula de la monarquía. En 1649, luego de 7 años de guerra civil pasa a manos del parlamento inglés y recupera su carácter militar originario. Oliver Cromwell la convierte en un cuartel y borra todo vestigio de su pasado real, llega inclusive a fundir las joyas de la corona. Tras esta etapa en 1660 se restaura la monarquía, pero la Torre mantuvo su nueva función. La mayor parte de sus edificios se transformaron en arsenales, almacenes y oficinas militares.
Nuevos cambios llegarían en el siglo XIX de la mano del Duque de Wellington, recordado por vencer a Napoleón Bonaparte en la batalla de Waterloo, el mismo quiso dejar constancia del hecho al bautizar unas barracas con el nombre de tan famoso encuentro bélico. La Torre estuvo en manos del Duque 26 años, tiempo en el que añadió un nuevo bastión y nuevas defensas, igualmente desecó el foso al descubrir que era la causa de enfermedades.

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Duque de Wellington

La segunda mitad del siglo XIX fue testigo de otra clase de limpieza, con el advenimiento de la era victoriana, el romanticismo tan dado a idealizar el pasado, puso de moda todo lo medieval, siendo la Torre un edificio que se encuadraba en tal visión. El arquitecto Anthony Salvin recibió el encargo de devolverle su imagen original, aunque el proceso de restauración no se ajustaba fielmente a la realidad, sino más bien a los gustos neogóticos del arquitecto. Luego, las reformas de John Taylor, sustituto del primero, fueron aun más polémicas ya que derribó varios edificios antiguos para que la Torre Blanca pudiera contemplarse desde todos los ángulos. 
Controvertidos o no, los cambios impulsaron la popularidad turística de la fortaleza, que llega hasta el presente. Alrededor de esta antigua construcción surgieron mitos dentro de los que destaca el de los cuervos. Se supone que la monarquía británica llegara a su fin el día en que los seis cuervos que moran en la Torre la abandonen. La realidad es que la monarquía no deja al azar tal cosa y para ello, tienen personal encargado de su alimentación y recortan una de sus alas. A pesar de ello ha habido casos de cuervos aventureros, incluso hay quien asegura que todos echaron a volar durante los bombardeos de la II Guerra Mundial.
Por un breve lapso en el siglo XX recuperó su función de presidio. Varios espías fueron fusilados; el último Josef Jakobs, en 1941. Rudolph Hess, uno de los jerarcas del partido nazi, pasó cuatro años allí antes de ser juzgado en Nuremberg. Fue al menos por el momento, el último prisionero de la Torre de Londres.

Fuente consultada: Historia y Vida N°487

Leyenda del tesoro del Lugar Florido (fragmento), de Leyendas de Guatemala

Miguel Angel Asturias 

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” Se iba apagando el día entre las piedras húmedas de la ciudad, a sorbos, como se consume el fuego en la ceniza. Cielo de cáscara de naranja, la sangre de las pitahayas goteaba entre las nubes, a veces coloreadas de rojo y a veces rubias como el pelo del maíz o el cuero de los pumas. En lo alto del templo, un vigilante vio pasar una nube a ras del lago, casi besando el agua, y posarse a los pies del volcán. La nube se detuvo, y tan pronto como el sacerdote la vio cerrar los ojos, sin recogerse el manto, que arrastraba a lo largo de las escaleras, bajó al templo gritando que la guerra había concluido. Dejaba caer los brazos, como un pájaro las alas, al escapar el grito de sus labios, alzándolos de nuevo a cada grito. En el atrio, hacia Poniente, el sol puso en sus barbas, como en las piedras de la ciudad, un poco de algo que moría. 

Muerte de Narciso (fragmento)

José Lezama Lima 

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” Chillidos frutados en la nieve, el secreto en geranio convertido. 
La blancura seda es ascendiendo en labio derramada, 
abre un olvido en las islas, espadas y pestañas vienen 
a entregar el sueño, a rendir espejo en litoral de tierra y roca impura. 
Húmedos labios no en la concha que busca recto hilo, 
esclavos del perfil y del velamen secos el aire muerden 
al tornasol que cambia su sonido en rubio tornasol de cal salada, 
busca en lo rubio espejo de la muerte, concha del sonido. 
Si atraviesa el espejo hierven las aguas que agitan el oído. 
Si se sienta en su borde o en su frente el centurión pulsa en su costado. 
Si declama penetran en la mirada y se fruncen las letras en el sueño. 
Ola de aire envuelve secreto albino, piel arponeada, 
que coloreado espejo sombra es del recuerdo y minuto del silencio.
Ya traspasa blancura recto sinfín en llamas secas y hojas lloviznadas.
Chorro de abejas increadas muerden la estela, pídenle el costado.
Así el espejo averiguó callado, así Narciso en pleamar fugó sin alas. 

 

Artista: Nicolas Poussin

 

 

El viejo París de Eugène Atget

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Eugène Atget (Burdeos, 1857 – París, 1927) fue marino y actor antes de instalarse en París y convertirse en fotógrafo. Su propósito inicial no era artístico sino comercial. Vendía sus fotos a los pintores, que las reproducían en sus cuadros. Esto sucedió a mediados de la década de 1890, cuando compró su primera cámara y realizó más de 10.000 imágenes de personas y paisajes de la capital francesa. En 1899, se trasladó a Montparnasse, donde vivió con modestos ingresos hasta su muerte en 1927.

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Fueron objeto de su interés los trabajadores y los pequeños comerciantes de los barrios de París, amenazados por la modernización y los grandes almacenes. Se dice que tenía mal genio y que era un excéntrico. A los 50 años empezó a comer únicamente pan, leche y azúcar. Él y su esposa, la actriz Valentine Delafosse, mantuvieron amistad con algunos de los más importantes dramaturgos parisinos, aunque parece que no hizo ningún retrato de ellos.

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“Algunos de los jóvenes fotógrafos residentes en París en aquella época y que se movían en el círculo surrealista, como Henri Cartier-Bresson, Brassaï, Berenice Abbott o Walker Evans, recibieron una fuerte influencia no sólo de la composición temática de Atget, sino también de su manera sistemática de abordar el tratamiento fotográfico de un lugar. Walker Evans –quien después de contemplar las fotografías de Atget que le había regalado Berenice Abott escribía: “me sentí electrizado y alarmado”-, aprendería de Atget el valor cultural de lo insignificante y también el valor específico de la fotografía como documento.” (Fundación Mapfre)

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Nacho Ormaechea

El pensador visual.

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Nacho Ormaechea es un diseñador gráfico y artista español residente en París desde hace más de una década. Cada una de sus composiciones fotográficas constituye una narración en sí misma. Los cafés parisinos y los personajes que los habitan son una de sus fuentes de inspiración.

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Según el artista:

“Cada imagen procede de un sentimiento, una idea cuyo objetivo es provocar una reacción en la mente del espectador. Es probable que esta reacción sea distinta de la mía, nutriéndose de diferentes orígenes e historias personales. Mis personajes, personas anónimas de la calle, son espejos que reflejan mi estado de ánimo, así como el tuyo.”

 

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Fuente: http://www.futuropasado.com/