Conoceremos a un pintor que creo su propio mundo de colores, su propia isla de sosiego y alegría como refugio de sus actividades como Presidente de una importantìsima empresa del Estado de Michigan en los EEUU. Hablamos de Orville Bulmanquien, por nacimiento, heredò la pròspera empresa familiar de su Padre y a la que dedicó todo el tiempo que fue necesario para mantener y acrecentar el legado recibido sin renunciar a su vocaciòn artìstica, logrando el equilibrio necesario para desarrollarla y hacer de ella tambièn, un gran éxito.-
Estudiò en la Central High School de Grand Rapids, donde naciò y al finalizar ese ciclo y antes de dedicarse a la Empresa de su Padre, viviò durante un año en Chicago respondiendo a su vocaciòn pictòrica, desarrollando actividades de dibujante en un periòdico de esa ciudad. El mundo de los negocios le llamaba, pero su vocaciòn era demasiado fuerte como para desoir sus propias voces. Entre los años 20 y 30 se dedicò de lleno a las actividades empresariales, pero ya en 1937 expuso en New York, en la Sociedad de Artistas Independientes.
De esa època son estos primeros cuadros.
El ambiente urbano era el motivo de su pincel y el trazo de dibujante iba creando su estilo particular.-
Hacia 1946, y debido a un problema de salud que le aquejarìa por el resto de sus días, se traslada a Palm Beach en donde comenzarìa a pasar largas temporadas, en busca del calor y el mar. Continuó exponiendo en ese lugar y recorriò el sur de los EEUU, visitando la Florida, Lousiana y Alabama, experiencia que se traduce en su obra que va adquiriendo el pintorequismo de la influencia africana, de esa zona de su paìs.-
Hacia 1950 comienza pintar escenas tipicas de diversas regiones de América, y le llegan, desde Haitì, las fotografìas de ese paìs y su gente que se aboca a reproducir en sus cuadros. Prontamente se enamora de ese paìs, viaja a la isla en 1952 como parte de un recorrido que hace por el Caribe pero siente que es la atmòsfera y el clima haitiano quienes realmente le fascinany motivan sus creaciones.
Se instala por largas temporadas en la isla, convive estrechamente con la gente del lugar, participa de sus costumbres, de sus ritos, de sus creencias, goza el humor de los isleños, palpita con su estilo de vida tan rotundamente diferente a lo que habia conocido hasta entonces.
Todas esas vivencias comienzan entonces a traducirse, de esta manera:
Serán estos años de vivencias compartidas con los haitianos, los mejores de su vida, tal como él mismo lo ha expresado, y lo que este pueblo le brindò fue la oportunidad de conocer y trasmitir un modo diferente de la alegria, la de aquellos que la viven de manera espontánea y libremente, alejados de preconceptos y protocolos tan propios de las grandes ciudadades y sus còdigos de conducta.-
La fama lo llevaba a exponer en Palm Beach, en New York, Chicago, Beverly Hills, Londres y Paris. Eran sus clientes más entusiastas artistas como Henry Fonda, Greer Garson, George Hamilton y desde Europa, la misma Duquesa de Windsor reclamaba sus obras.
Los crìticos lo elogiaban, sobre todo en el logro de trasmitir la unidad de todos los pueblos, animales y plantas, personas y costumbres, en un mundo nuevo, felìz y colorido.
Tengamos en cuenta que los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial aùn eran muy vìvidos, y los años de dolor, de tristezas y pérdidas, buscaban otros modos de consuelo a traves de escenas estimulantes en que las personas se encontraran relajadas y felices en un entorno pacìfico y amable.
Y eso es lo que Orville Bulman plasmaba en sus cuadros, exactamente.
Cuadros con escenas en la selva, en donde la convivencia de animales, plantas y personas se convierte en algo posible, cercano y disfrutable.
Su estilo roza lo naif, pero no lo es…, de todos modos el espìritu juguetón y alegre de los pintores naif, cruza sus cuadros y deja huellas y pistas que no podemos ignorar.
Los cuadros con temas marinos son, realmente, absolutamente encantadores.
Las frágiles embarcaciones en que navegan los personajes, animales y mercancias, están llenas de magia y, por lo tanto, el mar se convierte en un escenario de vida más, como lo pueden ser las casas, los poblados multicolores, las colinas de Haitì, la selva poblada de animales exóticos, todo lo que pasado por la imaginaciòn del pintor, se vuelve posible y real.
En una carta a su esposa,en 1952, Orville Bulman, expresa: “Sin duda vale la pena ser comprensivo y aceptar a las personas de cualquier credo o nacionalidad, con simpatìa y un genuino deseo de conocerlas y comprenderlas a ellas y a su paìs…. Espero no estar soñando”.-
Es ese ánimo el que se percibe en estas obras, cuando recrea escenas y personajes que nos provocan una sonrisa y ante los cuales nos rendimos, encantados.
Tomado de: miradadebruja.blogspot