El coloquio de los perros (fragmento)

Autor: Miguel de Cervantes

Sucedió, pues, que la Colindres, que así se llamaba la amiga del alguacil, pescó un bretón unto y bisunto; concertó con él cena y noche en su posada; dio el cañuto a su amigo; y, apenas se habían desnudado, cuando el alguacil, el escribano, dos corchetes y yo dimos con ellos. Alborotáronse los amantes; exageró el alguacil el delito; mandólos vestir a toda priesa para llevarlos a la cárcel; afligióse el bretón; terció, movido de caridad, el escribano, y a puros ruegos redujo la pena a solos cien reales. Pidió el bretón unos follados de camuza que había puesto en una silla a los pies de la cama, donde tenía dineros para pagar su libertad, y no parecieron los follados, ni podían parecer; porque, así como yo entré en el aposento, llegó a mis narices un olor de tocino que me consoló todo; descubríle con el olfato, y halléle en una faldriquera de los follados. Digo que hallé en ella un pedazo de jamón famoso, y, por gozarle y poderle sacar sin rumor, saqué los follados a la calle, y allí me entregué en el jamón a toda mi voluntad, y cuando volví al aposento hallé que el bretón daba voces diciendo en lenguaje adúltero y bastardo, aunque se entendía, que le volviesen sus calzas, que en ellas tenía cincuenta escuti d’oro in oro. Imaginó el escribano o que la Colindres o los corchetes se los habían robado; el alguacil pensó lo mismo; llamólos aparte, no confesó ninguno, y diéronse al diablo todos. Viendo yo lo que pasaba, volví a la calle donde había dejado los follados, para volverlos, pues a mí no me aprovechaba nada el dinero; no los hallé, porque ya algún venturoso que pasó se los había llevado. Como el alguacil vio que el bretón no tenía dinero para el cohecho, se desesperaba, y pensó sacar de la huéspeda de casa lo que el bretón no tenía; llamóla, y vino medio desnuda, y como oyó las voces y quejas del bretón, y a la Colindres desnuda y llorando, al alguacil en cólera y al escribano enojado y a los corchetes despabilando lo que hallaban en el aposento, no le plugo mucho. Mandó el alguacil que se cubriese y se viniese con él a la cárcel, porque consentía en su casa hombres y mujeres de mal vivir. ¡Aquí fue ello! Aquí sí que fue cuando se aumentaron las voces y creció la confusión; porque dijo la huéspeda: “Señor alguacil y señor escribano, no conmigo tretas, que entrevo toda costura; no conmigo dijes ni poleos: callen la boca y váyanse con Dios; si no, por mi santiguada que arroje el bodegón por la ventana y que saque a plaza toda la chirinola desta historia; que bien conozco a la señora Colindres y sé que ha muchos meses que es su cobertor el señor alguacil; y no hagan que me aclare más, sino vuélvase el dinero a este señor, y quedemos todos por buenos; porque yo soy mujer honrada y tengo un marido con su carta de ejecutoria, y con a perpenan rei de memoria, con sus colgaderos de plomo, Dios sea loado, y hago este oficio muy limpiamente y sin daño de barras. El arancel tengo clavado donde todo el mundo le vea; y no conmigo cuentos, que, por Dios, que sé despolvorearme. ¡Bonita soy yo para que por mi orden entren mujeres con los huéspedes! Ellos tienen las llaves de sus aposentos, y yo no soy quince, que tengo de ver tras siete paredes.

El buen amor, de A veces el gran amor

Autor: José Agustín Goytisolo

Pared contra pared la soledad más fea y amarilla te encerró te apartó de todo lo que amabas o era tuyo y con pasos de zorra se metió en el reloj y empezó a trastocar todas las horas para que no supieses ni pudieras notar que terminaba tu tiempo en el festín y así fue como un sucio desaliento se echó sobre tus hombros tal un pájaro enorme en una madrugada sórdida y cruel con aires de desgracia y fue entonces recuerda cuando en el abandono o desamor pronunciaste su nombre repetiste su nombre como un niño perdido entre la sombra. Por azar o conjuro tal nombre te ha devuelto a los días de la más clara luz y ahora notas la brisa el fresco olor de un sitio que conoces, de una casa rodeada de flores y senderos donde el sueño cruza por galerías altísimas y blancas como velas de un navío al largar y jugando te ocultas al final de un pasillo y aguardas que llegue la muchacha que quieres y la asustas con las hojas de un ramo de laurel y cuando ella se ríe contra tu pecho huérfano ya sientes que su piel y su pelo tienen gusto de mar que está temblando y que sus labios queman. Ahora ya no despiertas en horas miserables cuando un frío de angustia estremecía la noche en bancarrota acuchillando tu cansancio hasta el alba, ni tienes pesadillas o apariciones súbitas ojos sin rostro de personas que amabas y desaparecieron alejándose tal faros en la niebla y tampoco es preciso que cuentes hasta mil o que enciendas todos los cigarrillos que tu insomnio pedía para alcanzar la total desmemoria ya que todo es distinto cuando ella está contigo, cuando sientes que respira en la almohada junto a ti y que sus manos te acarician mientras el sueño cae. No quieras indagar, deja perderse el humo, el turbio vaho de años de penitencia: un tiempo que fue tuyo y que ahora no reconocerías; sube hasta los balcones de la mañana y canta canta sin más a la esperanza al viento a los caminos que aquí te devolvieron por conjuro o azar y dile a esta muchacha lo que antes no sabías, cuéntale que cruzabas perdido por lugares sin nombre, que fuiste enfermo y ella te sanó, que escuchando su voz te sientes renacer y amas la vida porque te ha dispensado la fortuna y la gracia de conocer el hondo el buen amor.

 

Arte: Misha Gordin

El abismo en el tiempo (fragmento)

Autor: Lewis Carroll

Fue el jueves 14 de mayo de 1908 cuando se me presentó la extraña amnesia. Ocurrió de repente, aunque más tarde comprendí que ciertas visiones vacilantes y breves sufridas varias horas antes, visiones caóticas que me conturbaron mucho por su carencia de precedentes, pudieron ser los síntomas premonitorios.
Me dolía la cabeza y experimentaba la extraña sensación, del todo nueva para mí, de que alguien trataba de adueñarse de mis pensamientos. El colapso se produjo sobre las 10.20 de la mañana, mientras daba una clase del sexto tema de Economía Política -historia y tendencias actuales de la economía- ante un grupo de estudiantes de primero y segundo. Comencé a ver formas extrañas ante mis ojos y a notar que me hallaba en una habitación grotesca distinta del aula habitual. Mis pensamientos y palabras se separaron del tema, y los estudiantes advirtieron que algo grave sucedía. Luego me desplomé, inconsciente, en mi silla, sumido en un estupor del que nadie pudo hacerme salir. Mis facultades propias no volvieron a asomar a la luz del día de nuestro mundo normal hasta pasados cinco años, cuatro meses y trece días. Lo que sigue, claro, lo he averiguado a través de terceras personas. En un espacio de dieciséis horas y media no mostré signos de conciencia, aunque me llevaron a mi casa, sita en el número 27 de la calle Crane, y se me proporcionaron los mejores cuidados médicos.
A las tres de la madrugada del 15 de mayo abrí los ojos y comencé a hablar, pero, al poco, el doctor y mi familia se quedaron sorprendidos por las tendencias mostradas por mi forma de expresarme y el lenguaje empleado. Resultaba claro que no recordaba ni mi identidad ni mi pasado, aunque, por algún motivo, intentara ocultar esta falta de conocimiento. Mis ojos contemplaban con extrañeza a las personas que me rodeaban y las flexiones de mis músculos faciales eran del todo inhabituales. Incluso mi manera de hablar sonaba torpe y extraña. Utilizaba mis órganos vocales grosera y tentativamente, y mi dicción poseía una cierta vacilación, como si hubiese aprendido el inglés en los libros. La pronunciación sonaba en extremo extranjera, mientras que el idioma parecía incluir tanto retazos de curiosos arcaísmos como expresiones de una textura del todo incomprensible.

 

7 mujeres que aportaron grandes cambios a la humanidad y que los libros olvidaron mencionar

La excelencia o la inferioridad de los seres no residen en sus cuerpos según el sexo, sino en la perfección de sus conductas y virtudes.

Christine de Pizan

Si alguien te pide que pienses en personajes protagonistas de la Ciencia o de la Historia, ya sea en México o en el mundo, tal vez lleguen a tu mente una infinidad de nombres masculinos —uno que otro femenino saldrá de su acervo cultural  personal—.  Pero  déjame  decirte  que  sí  hubo  mujeres,  muchas, que cambiaron el rumbo del mundo. No te preocupes si no las conoces, finalmente, ¿cómo recordar a quien nunca nos mencionaron?

Hoy  no  escribimos  sobre  Frida  Kahlo,  tampoco  de  Leonora  Carrington  ni  de Virginia  Woolf,  y  mucho  menos  de  Juana  de  Arco.  Los  nombres  que  a continuación leerás pertenecieron a mujeres que aportaron mucho, no obstante, parece ser que los libros de historia las olvidaron.

 

Ada Lovelace (1815-1852)

Mujeres que aportaron grandes cambios Ada-Lovelace

Ella es la primera programadora de la historia —le debemos todo lo que somos y respiramos en la era digital—. Sus  padres fueron el poeta británico Lord Byron y la matemática Annabella Milbanke. Tras su separación, la educación de Ada quedó en las manos de su madre, quien propició que se convirtiera en una mujer analítica.

Lovelace conoció al matemático británico Charles Babbage, quien sentó las bases de la computación. A partir de un motor analítico con el que él trabajaba, ella creó el primer algoritmo de la historia, que permitiría a la máquina de Baggage hacer cálculos, almacenar datos y programas.

Era una mujer visionaria. Tanto, que el mismo Charles le escribió a Michael Faraday —polifacético científico que descubrió la electrólisis y la inducción magnética—: «Esta maga ha dominado con su hechizo la más abstracta de las ciencias. La ha aprendido con una fuerza de la que apenas ningún intelecto masculino es capaz, por lo menos en nuestro país».

Fue hasta 1979, un siglo después de su muerte, que el Departamento de Defensa de los E.U.A.  reconoció los aportes de la matemática y creó un lenguaje de programación llamado justamente Ada.

 

Lise Meitner (1878-1968)

Mujeres que aportaron grandes cambios Lise Meitner

Albert Einstein la llamó la «Marie Curie alemana», y el Nobel decidió enterrar su nombre. El simple hecho de ser mujer trajo a Lise Meitner muchos obstáculos.

Su gran pasión por la ciencia la llevó a aferrarse y entrar a la Universidad de Viena en 1901. Lo malo: las universidades públicas no admitían mujeres; lo bueno: sus padres siempre la apoyaron; lo mejor: fue la segunda mujer en tener un doctorado en esa universidad.

En  Berlín  conoció  a  Otto  Hahn,  un  científico  con  el  que  haría  gran  amistad. Trabajó con él más de  30  años  e  investigaron  la  radiactividad.  Ejerció  como docente  en  la  Universidad  de  Berlín  y  junto  con  Otto  identificó  elementos radiactivos y publicó varios artículos. Cuando el nazismo alcanzó su momento cumbre  en  Alemania,  Meitner  tuvo  que  huir,  como  todos  los  judíos; llegando a Estocolmo. Siguió trabajando a distancia con Otto y, tiempo después, resultaría el descubrimiento de la fisión nuclear. Esto llevaría a la producción de armas nucleares, con las que ella no quiso colaborar, pues sabía que sería posible crear el arma más letal de todos los tiempos.

En 1944, Otto Hahn recibió el premio Nobel de Química con aportaciones fundamentales de Lise.  A ella no le dieron nada; sin embargo, la comunidad científica sí reconoció su labor.

 

Delia Derbyshire (1937–2001)

Mujeres que aportaron grandes cambios Delia Derbyshire

Delia fue una mujer que se desarrolló profesionalmente en 1960. En una escena musical donde los reflectores estaban dirigidos a los hombres, ella decidió seguir sus sueños, y gracias a ello hoy podemos presentar a la pionera de la música electrónica.

Estudió matemáticas y música en Cambridge; en 1959 se acercó a Decca records, pero le dijeron que no empleaban a mujeres en sus estudios de grabación; sin embargo, entró al taller radiofónico de la BBC  y sobresalió en el campo. Combinaba sus intereses en la teoría y la percepción del sonido, modos, afinaciones y estados de ánimo, utilizando fuentes puramente electrónicas. Meses después, su pasión la llevaría a registrar el tema de la serie británica Doctor Who, uno de los más famosos y reconocibles al instante. De esta manera, Delia ganó reputación y alcanzó más éxito en radio, televisión y cine.

 

Radia Perlman (1951)

Mujeres que aportaron grandes cambios Radia Perlman

Radia Perlman es la «madre de Internet», pues creó el protocolo Spanning Tree (STP), el árbol de expansión, que cambió Ethernet; éste es el sistema que permite a los aparatos de interconexión activar o desactivar automáticamente los enlaces de conexión; gracias a esto se pudo desarrollar la red de redes.

Radia contó en 2015 que, a pesar de que se desenvuelve en una industria donde la gruesa mayoría son hombres, ella ha destacado y no ha sido rechazada por sus compañeros a lo largo de su vida, ya que la han valorado por su talento; sin embargo, contó que en una clase un profesor de física la volteaba a ver constantemente para que ella asintiera que comprendía lo que él explicaba, hecho que la incomodaba, pues sólo lo hacía con ella. Hasta el día de hoy, Radia  ha registrado más de 70 patentes relacionadas con temas de la web.

 

Emmy Noether (1882-1935)

Mujeres que aportaron grandes cambios Emmy Noether

A principios del siglo XX, las mujeres eran víctimas de discriminación; sin embargo, Emmy Noether, de origen judío, logró ser una de las matemáticas más importantes de la Historia. Dejó grandes contribuciones en el álgebra abstracta y la física fundamental. Albert Einstein la definió como la «genio creativa de las matemáticas más significativa desde que comenzó la educación superior para las mujeres».

Fue la única mujer inscrita en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Erlangen. Al terminar, le fue difícil tener un cargo académico, debido al rechazo hacia la mujer en Alemania, incluso impartió clases en esa universidad sin paga alguna.

En  1918  formuló  el  teorema  que  lleva  su  apellido,  mismo  que  sirviera  para entender mejor la física moderna; consiguió demostrar dos teoremas esenciales para la teoría de la relatividad, que permitirían resolver el problema de la conservación de la energía. Lo más importante que heredó a las matemáticas fueron los resultados sobre la axiomatización y el desarrollo de la teoría algebraica de anillos, cuerpos y grupos;  de hecho, hoy se le considera la «madre del álgebra moderna».

 

Rosalind Franklin (1920-1958)

Mujeres que aportaron grandes cambios Rosalind Franklin

Ella pudo tener el premio Nobel de Medicina y Fisiología en sus manos en 1962. Fue la primera mujer en fotografiar la molécula del ADN y descubrir la estructura de nuestra composición genética. Algunos la conocerán como «la dama oscura del ADN». Su historia se centra en la controversia de los descubrimientos de la estructura molecular del ADN  y en la poca confianza que se le puede tener a un compañero cuando se descubre algo trascendental, por no admitir que Rosalind fuera capaz, igual que ellos, de realizar grandes hallazgos.

Trabajó como investigadora en el laboratorio de John Randall en el King’s College de Londres y ahí comenzaron sus problemas. Había un hombre, Maurice Wilkins , a quien no le pareció que una mujer compitiera en temas de ciencia, pues los dos dirigían trabajos relacionados con el estudio del ADN. En 1952, Rosalind consiguió captar mediante rayos X  parte de la estructura del ADN  —la famosa Fotografía51—, pero su compañerito,Wilkins, mostró la imagen a otros dos colegas, Francis Crick y James Watson, lo que les daría la base para comprender la estructura del ADN. Posteriormente, ellos publicaron en la revista Nature el artículo sobre la doble hélice del ADN  que, en efecto, los haría ganadores del premio Nobel y jamás la mencionaron. Así, ella pasó a ser invisible en este trabajo tan importante para la humanidad.

 

Susan Kare (1954)

Mujeres que aportaron grandes cambios Susan Kare

 

Susan Kare es iconógrafa y pionera del pixel art, la creadora de la imagen de la interfaz de Macintosh. Seguramente has visto estos íconos en tu computadora:

inc   in

Pues es una mujer quien los creó.

Ella concibió los íconos de Apple y dio al MacOS un léxico visual universalmente intuitivo. Susan también diseñó el puntero de mouse para Mac, la mano y el reloj de espera, y  distintas tipografías. Ella utiliza una cuadrícula minimalista de pixeles —comunica con ingenio y estilo—. Cree que los buenos íconos deben ser más  como  las señales de tránsito:  ilustraciones  comprensibles  y no llenas de detalles superfluos. Posiblemente Steve Jobs no hubiera tenido tanto éxito sin el desempeño de esta mujer.

 

Después de leer esta lista sabes que, mientras muchas mujeres ejercían un rol impuesto como tradicional, hubo muchas (aquí sólo enumeramos algunas) que hicieron algo más y lucharon contra una sociedad falocéntrica.

 

Hubo mujeres con habilidades científicas y repercusiones políticas y artísticas, incluso podríamos llamarlas guerreras, a pesar de que en el imaginario colectivo vivían con la etiqueta de fémina: ser mujer, la del «sexo débil».

¿Quieres homenajearlas?, léelas, rastrea sus obras, y la próxima vez que escuches sus nombres ya no podrás decir: no sé quién es, mi maestro de historia no me habló sobre ella.

Fuente: http://culturacolectiva.com

“Ávida Dollars”, el juicio surrealista al que fue sometido Dalí por comercializar su arte

Perverso, multifacético, anarquista, paranoico, déspota, crítico: un monarca por denominación propia. Así sonaban los medios al referirse a Salvador Dalí. El hombre que se desentendió de la realidad para crear una mejor, aumentada. El que no tuvo miedo de abordar la sexualidad explícita en la plástica y en la vida pública. El que propuso un método teórico para abordar la perspectiva en la pintura, con matices evidentes de Freud. Un hombre extravagante que llevó el báculo creador consigo siempre, a pesar de lo que el cánon tuviera que decir de sí. Surrealista, mercantil, acaparador, magnífico: el hombre que se atrevió, en fin, a hacer de sí mismo una marca rentable.

La ciudad de Figueres lo vio nacer y partir muy pronto, cuando tuvo que irse a Madrid a estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Muy pronto se adecuó a las maneras de la metrópoli, y las formas de los dandis de la época le vinieron muy bien. Fue entonces que se familiarizó con el dadaísmo —dadaísmo por dadá, el sonido que hacen los bebés en ese primer intento de habla—, que se convirtió en una de los pilares de su formación como artista de vanguardia. Al mismo tiempo, publicó sus primeros trabajos como un ilustrador casi anónimo, y llevó una relación pasional con Federico García Lorca, que muy pronto se quedó escribiendo versos mientras Dalí se proyectaba a un exterior diferente.

Ávida Dollars
Su popularidad tuvo un crecimiento exponencial. No sólo fue su personalidad apabullante —y altamente atractiva para la bohemia de los años 20— la que lo inmiscuyó en los círculos cerrados de la vanguardia surrealista, sino una propuesta artística innovadora, fresca y sugerente que invitaba a otros niveles de entendimiento. Dalí se convirtió en artista y personaje: una dualidad funcional en la que se reverberaba en olas poderosas una propuesta teórica del tratamiento de la perspectiva en la pintura. Y así como se ganaba terreno entre las figuras de renombre del arte del momento, una respuesta negativa a su discurrir artístico cada vez más presente tomó fuerza.

Escándalos con esposas ajenas, encuentros esporádicos con poetas de su mismo género, visitas sonadas a las casas de los mecenas más acaudalados de la época, y una estrategia de mercado cada vez más marcada hicieron que lo innovador de su propuesta artística se entremezclara con el descontrol aparente de su vida pública. El discurrir social en el que Dalí se movía distaba mucho de las convicciones intelectuales en las que se fundamentaba el surrealismo de origen: un movimiento de oposición a la realidad evidente e inmediata, como respuesta política en desacuerdo al desmoronamiento moral, económico y social en el que Europa seguía sumergido después de la Primera Guerra Mundial.

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Es por esto que la mayor parte de los dadaístas, surrealistas y todas sus variantes, eran pensadores de la izquierda más radical: no querían pertenecer al sistema establecido e impuesto por un grupo de poder anterior. Iban en contra de su lógica tradicionalista, y se rebelaban ante la pasividad dirigida a la que el continente estaba sometido. Dalí nunca se adhirió a esa parte del movimiento: por el contrario, creía que el surrealismo podía ser apolítico, atemporal, sin contexto. Para él no se trataba de un medio para levantar argumentos reformistas. El punto era persistir en la memoria del tiempo que muchas veces parece ser tan blando.

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Siguiendo esta línea de acción, después de vivir años de éxito y gloria en Europa, se mudó a Nueva York por un tiempo. Quería expandir sus horizontes creativos más allá del lienzo, y empezó a experimentar con la escultura, la manufactura de muebles y la joyería, todos de autor, y con las marcas más caras que pudieran exhibirse en las calles principales de la capital artística; Mae West y Tiffany fueron grandes galerías y apoyos económicos para él, ya que comenzó a comercializar su arte: Dalí había expandido su enfoque a un entorno más global, muy adecuado al público que quería dirigirse. No fue sorpresa para él, entonces, que una de las figuras capitales de la poesía surrealista se atreviera, por fin, a decirle a la cara lo que tantos se habían guardado por años.

“Ávida Dollars” fue el anagrama que André Bretón usó como un apodo despectivo para criticar el acontecer público y creativo del artista cosmopolita. La ocurrencia de Bretón causó gran escozor entre los seguidores más afines a Dalí, y grandes vítores en la comunidad más aferrada a los valores fundamentales del surrealismo original. Por esos mismos años, Dalí fue sometido a un “juicio surrealista”, después del cual fue expulsado para siempre del círculo de intelectuales, poetas, creadores y artistas del movimiento; sin embargo, su visión abarcaba un campo mucho más amplio que el de la bohemia europea, por lo cual respondió a estos enfrentamientos públicos diciendo lo siguiente: “Yo soy el surrealismo”.

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Las ideas radicales que André Bretón expresó en el “Primer manifiesto surrealista” fueron entendidos —o mejor aún, des-entendidos, sobre-entendidos, supra-entendidos— por Salvador Dalí de una manera que escandalizaba al medio, y retaba a los rebelados. Si bien es cierto que su acontecer público siempre tendió a un acaparamiento de atención sobre sí mismo, y su acercamiento a ciertas familias adineradas no iban acorde a los preceptos que establecía la bohemia sobre la figura del artista, no puede dejarse de lado la gran aportación semiótica, práctica y estructural que su obra implica.

Dalí resuena en el movimiento Pop, y se reverbera aún a la cultura mediática de la actualidad como un hombre que supo conocer y entender a su audiencia: sus necesidades, sus inquietudes y sus faltas. Las trabajó todas de manera en que pudo burlarse de ellas y, al mismo tiempo, sacarles provecho creativo —muchas veces, en efecto, con fin de lucro—; las aspiraciones idealistas de los más extremistas no deberían de sesgar el gran genio que se adivina en esa mirada de la locura más cuerda. Perverso, multifacético, anarquista, paranoico, déspota, crítico: Salvador Dalí comprende un espectro mucho más amplio que Ávida Dollars.

Ávida Dollars

Fuente: http://culturacolectiva.com/

Transfiguración

Autor: Elvio Romero 

No sé a veces qué somos, si ya cada
Grumo de tierra suena en nuestra mano,
Si eres mujer o barro de secano,
Si yo varón o arena derrumbada.

Si tu cara es latido o si semilla,
Si un ramaje de hierbas tu cabello,
Si tus ojos dos ascuas en destello,
Si mi sombra un helor que se arrodilla.

Tanto llevamos un color de tierra
Que nuestro cuerpo es como tierra lisa,
Tierra que el viento reconoce y pisa,
Que el aire besa y su ademán encierra.

Tanto de tierra somos, tanto enciende
La tierra nuestra sangre y nuestra vida,
Que ya no sé si somos sólo herida
De tierra que sus vertidos esplende.

Si te embisto, tal vez ya sólo embisto
Una colina, un surco, un sembradío,
Y, labrador al fin de esfuerzo y brío,
De sol me anego y de calor me visto.

De tierra somos. Ya la tierra muerde,
Mujer, tu entraña dulce y fragorosa,
Y si mi fuego de varón te acosa,
Los hijos saltan de tu prado verde.

No sé si por tu piel se transfigura
La vegetal orilla de un paisaje,
No sé si vuelves o si estás de viaje
Hacia la tierra, hacia su agricultura.

Si varón o mujer, no sé; si en vano
Pretendemos no ser yerba o simiente,
Si dos ramas que sellan su corriente,
¡Si dos raíces que se dan la mano!

Cortázar dialoga con los autores de su biblioteca personal

Orgía para mitómanos

 

Las bibliotecas siempre nos hablan de sus dueños. Las bibliotecas de los escritores suelen darnos, además, muchas claves -palabras mayores y letra pequeña- del mundo literario de su época. Si encima se trata de la biblioteca de un escritor que dialoga con pasión con los autores, que expresa en cada página su furia o su entusiasmo, que discute y corrige, que subraya y tacha a lapiz o en colores… esa biblioteca es un tesoro. La de Julio Cortázar es una de ellas. Sus libros destilan, a chorros, gustos literarios, amistades, creencias, sensaciones y compromisos de su dueño. Estoy por decir que la biblioteca personal de Cortázar es la mejor de sus autobiografías posible, porque los libros guardan, agazapados en las páginas como a hurtadillas, retazos de su vida escritos de uno en uno, durante las lecturas, a lo largo del tiempo. Esa biblioteca vive en Madrid y no es apta para la salud de los mitómanos.

La biblioteca personal de Julio Cortázar se encuentra en la Fundación Juan March de Madrid desde la primavera de 1993. Entonces, la viuda y albacea del escritor, Aurora Bernárdez, donó a la Fundación los más de cuatro mil volúmenes que Cortázar tenía en su casa parisina cuando murió, el 12 de febrero de 1984. Es, como no podía ser de otro modo, la biblioteca de un gran lector, amante, por un lado, de los grandes poetas de todos los tiempos y con la debilidad de siempre confesada por los cuentos de terror y las historias de vampiros y fantasmas. En la biblioteca de Cortázar que podemos visitar en la Juan March se tutean las antologías poéticas de los lugares más remotos (poesía precolombina, quechua, gallega, rusa, metafísica, en sánscrito) con las diferentes ediciones de dráculas (tiene siete) y las baratas historietas de misterio. Conviven prácticamente todos los clásicos españoles, leídos a conciencia, subrayados, anotados, cuestionados, con las novelas fundamentales de sus contemporáneos latinoamericanos y muchas primeras ediciones de los poetas españoles del XX. Todos ellos con mucha música -especialmente jazz-, hablando idiomas -su oficio de traductor explica la cantidad de libros en inglés y francés- y con el rastro inconfundible de filias y fobias, de complicidad o lejanía, con autores fundamentales de su espléndida camada literaria.Una orgía, en fin, para los mitómanos.

Orgía especialmente por la huella de letra menuda y clara que dejaba el escritor en muchos de los libros. Cortázar subrayaba hasta la extenuación, anotaba en los márgenes sus diferencias y no pasaba una errata. Las corregía todas. “¿Por qué tantas erratas, Lezama?” escribe en la primera página de Paradiso antes de enumerar la multitud de pequeños errores que se colaron en la primera edición de la novela de Lezama Lima. Otras veces no está para contemplaciones: “MERDE!” sentencia en la última página de la Antología del humor negro, de Breton.

Habrá que volver y volver a los libros de Cortázar, pero hay nombres, dedicatorias y libros que no ofrecen la menor duda: hay que pararse. Hay que detenerse y saborear las notas, las cruces, los asombros y las furias del escritor mientras leía:“Bravo, poeta”, “Retórica barata, viejo!, “Abandono en la página 76”… y demás avisos para navegantes que aparecen en las páginas de tantos libros de su biblioteca.

Cómplice de Octavio Paz
Las estaciones principales de este viaje interior por las lecturas de Cortázar se llaman Octavio Paz, Pablo Neruda, Alejandra Pizarnik, Lezama Lima, Federico García Lorca, Juan Carlos Onetti y Luis Cernuda. En todos sus libros hay complicidad y hay confidencias. También Valle-Inclán, Borges y Pedro Salinas suscitaron al autor de Rayuela su admiración y desencuentros. De García Márquez y Vargas Llosa hay sólo tenues rastros y es significativa también alguna ausencia: del nobel Cela , por ejemplo, Cortázar no tenía un solo libro.Ningún poema tampoco de Juan Ramón, ni de Guillén.

A Octavio Paz lo admiraba. No hay más que hojear cualquiera de sus libros trasegados. Se conocieron en la India en los años sesenta, cuando Paz era embajador de su país y su relación no sufrió apenas altibajos. Paz le tenía a Cortázar en el panteón de los grandes, junto a Rulfo, Borges y Neruda, y Cortázar consideraba que Octavio Paz era “la estrella marinera de la poesía latinoamericana”. Así es que no es de extrañar que en su biblioteca se encuentre prácticamente todo, desde Libertad bajo palabra (1949) hasta algunos de los artículos publicados en la prensa en España, en los años ochenta. El mexicano le dedica así Los hijos de Limo: “A Julio, más cerca que lejos, en un allá que es siempre aquí, Octavio”. La confianza entre ambos le permitía escribir en la primera página de águila o sol: “Es muy hermoso, Octavio, pero es un lenguaje del que hay que despedirse. Yo lo hice, al menos, con Estación de la mano”. El 2 de marzo de 1965, desde Delhi, le envía Paz el ensayo La palabra edificante, “con la esperanza de verlo pronto, con la seguridad de leerlo siempre”. No hay más que hojear sus páginas amarillas y porosas teñidas de bolígrafo azul en los márgenes para saber lo mucho que le interesó a Cortázar. Un ejemplo: dice Paz “cuando la poesía de Cernuda era menospreciada en su patria y en el resto de Hispanoamérica (pag, 82)… Y replica Cortázar: “Te equivocas. En esos años había algún argentino -muchos, creo- que veían en L. C. al más alto poeta español de su tiempo junto con Federico”.

El arco y la lira lo cuajó Cortázar de NO en los márgenes con bolígrafo rojo. Otras veces un no le parece insuficiente y añade con fuerza: “Te bandeás, Octavio!”, o “Brillante, sí, y qué? ¿ dónde la salida, el tercer camino, la síntesis definitiva, el salto sintético?”, o “Es mucho peor de lo que dices, Octavio”, o “Más bien es al VERSE, Octavio!”. En la pág. 76 aclara Cortázar que, “al final de su vida, Ezra Pound hizo las paces con Whitman”, y, más adelante, cuando se lamenta Paz de que Unamuno hubiese ignorado el humor, salta Cortázar: “España, querido”.

No hay derecho a escribir tan mal
No resisto la tentación de ocultar la coda que le dedicó Cortázar a la primera mujer de Octavio Paz, Elena Garro, señora culta y novelista discreta. En 1980 publicó el libro de relatos Andamos huyendo Lola y, en la primera página, escribe Cortázar: “Abandono en la página 76. No hay derecho a escribir tan mal. Pero los dos primeros cuentos son bonitos”. Y en la página 72, es decir, unos minutos antes de abandonar, escribe: “¿Por qué redactaste tan mal este cuento, Elenita?”

Las erratas le molestaban enormemente a Cortázar. Las cazaba todas, así que no hay apenas libros en su biblioteca que no tuviera encima la espada, silenciosa a veces y a veces indignada de signos ortográficos, de su bolígrafo. Los libros de Lezama eran en eso especialmente promiscuos, así que en la última página de Paradiso, a modo de memorial de agravios va Cortázar, página a página, cantando las cuarenta, porque más de cuarenta cita. La dedicatoria de Paradiso escrita por Lezama en diminutas líneas verdes es una belleza: “Para mi querido amigo Julio Cortázar, el mismo día que recibí su magnífica Rayuela, le envío mi Paradiso. Entre Ud. y yo hay un cariño muy grande, sin habernos casi tratado, a veces se lo atribuyo al común ancestro vasco, pero otras me parece como si los dos hubiéramos estudiado en el mismo colegio, o vivido en el mismo barrio, o a que cuando uno de nosotros dos duerme, el otro vela y lee en la buena estrella.

Pronto le escribo sobre su novela. Venga otra vez por La Habana, todos nosotros lo recordamos y lo admiramos. Y lo esperamos siempre.

Mi mejor abrazo es para J. Cortázar. Suyo, J. Lezama Lima”.

Se conocían desde 1957. La revista Orígenes, que dirigía Lezama desde La Habana, tuvo la culpa. La leyó Cortázar en París y sintió que “debía decirle a Lezama que su texto le había dado acceso a un dominio fabuloso de la literatura”. Enseguida recibió del cubano un paquete de libros, entre ellos Tratados en la Habana, con esta dedicatoria: “A Julio Cortázar, por su ardido traspasar del paredón en ancho”. Durante muchos años intercambian correspondencia, confidencias y discusiones. Otro de sus libros, La cantidad hechizada, se abre con esta complicada dedicatoria: “Para Julio Cortázar, el misterio de la amistad se iguala en ti a la alegre sorpresa de toda tu obra en esa fiesta de la epopeya que es tu escritura, ‘la danza del intelecto entre las palabras’, según Pound. Mi admiración te puede abrazar. Tu amigo, José Lezama Lima”.

Complicidad con Neruda
En el 66 publica Lezama órbita. La tiene Cortázar muy anotada y, como siempre, se la dedica el cubano con generosidad y mucha enjundia. Entre otras cosas, le dice que “en años que eran muy difíciles, recibí siempre su palabra de comprensión y eso se lo agradeceré siempre. La realización de su obra era para mi una noticia alegre. Los dos podemos decir el verso de Orfeo: ‘escribimos para aquellos que están en la obligacion de leernos’. Lo quiere y lo admira mucho, J. Lezama Lima, marzo, 1966”. Cortázar dejó escrita la pobreza en la que le había dejado la muerte de Lezama: “No es fácil habituarse a estos enormes huecos en nuestras vidas”.

Cortázar disfrutó mucho leyendo Confieso que he vivido. Con Neruda le unían muchas cosas pero la fundamental era la poesía. Hablan de tú a tú y, a medida que avanza la lectura, el bolígrafo verde de Cortázar se va imponiendo y casi no hay página sin réplica, sin admiración, sin complicidad, sin desacuerdo. Me resulta imposible explicar tal grado de humor y sintonía que desprende este ejemplar, realmente vivido. A veces, también le corrrige: “¡Craso error, Pablo!” ,y se mete con su editor: “Che Otero Silva, qué manera de revisar el manuscrito, carajo!”. Las memorias del poeta le dan pie a terciar sobre Pinochet: “Los objetos que regalaste al pueblo chileno, Pinochet se las venderá a los yanquies, es lo más seguro”. Y cuando Pablo habla del Che y dice que los subtenientes de una guerrilla no pueden dirigir un Estado, añade Cortázar: “Pero, claro, los burócratas del PC tampoco”. Luego, confiesa el poeta que se comería toda la tierra y que se bebería todo el mar, y su amigo Cortázar le añade al margen, divertido: “Lo hiciste, Pablo, y a los demás les duele”. Y más adelante, Neruda habla con melancolía de la soledad del niño poeta que fue, y es cuando Julio Cortázar exclama: “También me pasó a mí. También mi madre creía que plagiaba!”.

“Ni comedia, ni bárbara!”
De España escribe mucho Cortázar en los libros de sus escritores preferidos. Valle-Inclán era uno de ellos y, sin embargo, en el ejemplar de águila de blasón (Losada, 1957) que leyó Cortazar lo deja temblando. En su última página escribió: “Enorme y triste parodia, ni comedia, ni bárbara. Retórica barata, viejo!” Y en una de las páginas interiores, leo: “Horror de aquellos que dan más importancia a lo que no les gusta que a lo que les gusta”. Y remacha: “Bodrio! Necrofilia gallega y barata!”.

“Cernuda, ¡maravilloso!”
De Luis Cernuda, Cortázar tenía dos libros en su biblioteca: Poesía y Literatura (el ejemplar en realidad era de Vargas Llosa y está fechado en Paris, 1965) y La realidad y el deseo. En este caso, el escritor subraya con lápiz tenue, pero la pasión va por dentro. “¡Maravilloso!”, grita desde una de las múltiples hojas subrayadas. En la pág. 28 anota: “La más íntima, sola, poesía. Rumorosa y mínima. Preludio de una tristeza segura”. Dos páginas adelante, añade Cortázar: “Aquí, una adjetivación suntuosa, excesiva. ¡Pero cómo ordena tanta sustancia peligrosa. Un ritmo sabio y una estructura severa. Aquí vuelvo a hallarte, poeta”. En la pág 205 Cernuda publica su poema al Niño Muerto. Al margen, Cortázar escribe: “Después de mi 14 de abril, cómo no sentir más estos versos, cómo no quemar mi llanto pegado al tuyo!”. Y remata en la última página de La realidad y el deseo: “Un grande, un maravilloso libro, poeta! En Poesía y Literatura se queja en la última pagina: “Compara a Galdós con Cervantes y Shakespeare. ¡No, hombre, por favor!”

También leyó, claro, a Lorca. En su biblioteca encuentro un Así que pasen cinco años y un Poeta en Nueva York muy anotados. “¿No hay en todo ésto (1931) -escribe Cortázar en el ejemplar de Así que…– un anuncio de lo que luego orquestó Salinas en La voz a ti debida, en 1933?”. Poeta en Nueva York le hace brincar y escribir “¡Poeta, Estupendo”, entre ocho o diez admiraciones.

Nos cuenta Cortázar que a Pedro Salinas lo leyó en un restaurante de Wiesbaden“y hacía frío”. Tenía la edición de Poesías Completas, de Aguilar, 1961, donde el poemario de La voz a ti debida aparece disfrutado a fondo. “Esto es un poema. Habrá que excusarse por troncharlo”, escribe Cortázar. Y añade: “Releo en Weisbaden, en el restaurant Zagreb, lleno de vampiros. La mujer de negro (autómata de Hoffmann) el propietario out of a Polansky film, el mozo (“camarero, che!”) con patillas, barba azul, todos mirando a los clientes como si les calcularan los glóbulos rojos. Very Beautiful. Y entonces, Salinas”.

Un poema de Borges diferente
Desde mediados de los años cuarenta data la amistad entre estos dos grandes de la literatura que muchas veces expresaron en público su mutua admiración y sus desencuentros múltiples. Ya en 1946 publicó Cortázar un cuento en Los anales de Buenos Aires, dirigida por Borges. “Lo que creo que Borges me enseñó a míy a toda mi generación fue la severidad, escribió Cortázar. Borges no dedicaba nunca sus libros, pero Cortázar los tenía casi todos en su biblioteca. En la mayor parte delata su admiración. A veces, sin embargo, escribe:“Penoso!”. La sorpresa la encuentro en Zoología fantástica. Dentro del ejemplar hay una copia del poema“In memoriam A. R”., dedicado a Alfonso Reyes, que forma parte de El hacedor, con interesantes variaciones. Así, los dos primeros versos de la segunda estrofa son diferentes: “Dominaba (lo he visto) el oportuno/ Arte que no logró el ansiado Ulises” aparece en la versión de su Biblioteca, mientras que en la versión definitiva son: “Supo bien aquel arte que ninguno/ Supo del todo, ni Simbad ni Ulises”. En la cuarta estrofa, el verso primero es “En los trabajos lo animó la ufana”, que acabaría convertido en “En los trabajos lo asistió la humana”. Falta completa la séptima estrofa. En la octava, la “minuciosa providencia” se convierte en “la indescifrable providencia”. Y en la estrofa final hay cambios sustanciales. Así, en la versión de la biblioteca, leemos: “Al audaz tributemos y al diverso/ Las palmas y el clamor de una victoria;/ No profanen las lágrimas el verso/ Que nuestro amor inscribe a su memoria”, que apareció así publicado: “Al impar tributemos, al diverso/ Las palmas y el clamor de la victoria;/ No profane mi lágrima el verso/ Que nuestro amor inscribe a su memoria”.

Cariño no literario de Onetti
Inmensa complicidad con Onetti . Tenía Cortázar toda su obra. En Dejemos hablar al viento (Alfaguara, 1971) escribe: “Para Julio Cortázar que abrió un boquete respiratorio en la literatura, tan anciana la pobre, Onetti. Con cariño no literario, Onetti”. Y en Tiempo de abrazar (Arca) encuentro una tarjeta de visita de su editor. Está escrita a máquina y fechada en Montevideo el 14 de febrero de 1974. Se dirige a Cortázar: “Le adjunto nuestro último libro de Onetti cuya injusta prisión tanto nos duele e indigna. Más aún que toda nuestra prensa participa en este momento de una muy bien orquestada campaña internacional repudiando la actitud soviética en el caso Solzenitzen y guarda un silencio sepulcral ante la detención de Quijano, Alfaro, Onetti y Marra. Siendo ‘el delito’ de Onetti haber sido jurado de un concurso literario que decretó ganador a un cuento con cuya terminología y enfoque literario él había ya adelantado sus reservas. Desgraciadamente el fascismo manda en nuestro país y todos nos preguntamos, con desesperación, si no estaremos en el próximo otoño enfrentados a un calco de lo de Chile. Reciba mi admiración y estima, Eduardo Irazabal”.
Hay que volver a esta biblioteca.

Pizarnik: “Hace dos meses que estoy en el hospital. Excesos y luego intento de suicidio, que fracasó”
De Alejandra Pizarnik hay rastros especialemente conmovedores. Premonitorios. Se habían conocido en París y desde el principio Cortázar ejerció de ángel protector de la poeta atormentada y lúcida.Cortázar admiraba además su poesía que conservó con emoción en su biblioteca: diez poemarios anotados y dedicados hasta el delirio, desde La ultima inocencia (1956) a Noche compartida enn el recuerdo de una huida (1966). En el ejemplar de Arbol de Diana (1962) escribe Pizarnik: “A mis queridos Aurora y Julio: este pequeño Arbol de Diana prisionera –esta promesa de portarme mejor a partir de hoy-25 de febrero de 1963- y esta otra de hacer poemas más puros y hermosos -si me esperan y
SOBRE TODO Y ANTE TODO un inmenso y minucioso abrazo (es decir: 2) de Alejandra”.
En La pajara del ojo ajeno, que aparece en “Papeles de Son Armadans” (diciembre, 1970) Pizarnik se sincera, se descubre, se abandona. Le habla al amigo de excesos y muerte desde la primera página:
“Julio, este textículo “les” parece joda. Solamente vos sabés que el más mínimo chiste se crea en momentos en que la vida est à l’auteur de la morte.
Muy tuya,
Alejandra
Julio, fui tan abajo. Pero no hay fondo
Julio, creo que no tolero más las perras palabras
La locura, la muerte. Nadja no escribe. Don Quijote, tampoco. Julio, odio a Artaud (mentira) porque no quisiera entender tan sospechosamente bien sus posibilidades de la imposibilidad.
P.S.
me excedí, supongo. Y he perdido, viejo amigo de tu vieja Alejandra que tiene miedo de todo salvo (ahora, oh Julio!) de la locura y de la muerte. (Hace dos meses que estoy en el hospital. Excesos y luego intento de suicidio -que fracasó, hélas.)
P.S.- En el hospital aprendo a convivir con los últimos desechos. Mi mejor amiga es una sirvienta de 18 años que mató a su hijo. Empecé a leer Diarios. Te apruebo mucho políticamente. Tu poema de Panorama es grande porque me hizo bien (lo leí en el hospital)”.

Alejandra Pizarnik se suicidó en septiembre de 1972 con una sobredosis de Seconal, aprovechando un permiso del psiquiátrico

 

Fuente: http://www.elcultural.com/revista/letras//

artìculo de BLANCA BERASÁTEGUI (Febrero 2004)

Van Gogh, Monet y otros pintores reconocidos después de su muerte

“La muerte abre la puerta de la fama y cierra la de la envidia”.

Laurence Sterne

Los genios son locos incomprendidos, saboteadores del status quo y terroristas de las valores tradicionales. Incomprendidos, las mentes superdotadas de nuestra historia se han refugiado en su trabajo y han encontrado en el aislamiento, la resistencia de sus creencias ante un sistema invasivo y autoritario. A pesar de que el rebelde, el disidente y el instigador, se muestren renuentes a adaptar su estilo de vida o forma de pensar a aquello que le dicta la sociedad, ésta siempre encontrará la manera de menospreciar a esos seres que levanta la voz, y a esas personas que intentan construir un nuevo camino. Porque aunque como le dijera Julia a Winston, en 1984, “dentro de ti no pueden entrar nunca”, siempre hay una manera de ser lo suficiente coercitivo: la prisión, el hambre, la humillación o la enfermedad.

Aquello que hoy es menospreciado, humillado y destruido, quizás en un mañana sea valorado como fundamental en la construcción de una nueva identidad mundial. Los mártires de los sistemas culturales serán vanagloriados como dioses, profetas y apóstoles; visionarios de un gran mundo que no estaba listo para emprender la revolución. Hoy deberán abrazar la muerte con la esperanza de su propuesta y su sacrificio algún día tenga sentido. Te compartimos algunos ejemplos de grandes artistas que murieron incomprendidos, en la pobreza y el hambre, pero que años después, un nuevo sistema les otorgaría un lugar en el gran pedestal de la historia.

Doménikos Theotokópoulos “El Greco”

La expulsión de los mercaderes del templo

Este artista griego de la etapa tardía del Renacimiento, fue un pintor, escultor y arquitecto que ejerció una gran influencia en el movimiento artístico post-bizantino. Sus obras más famosas se encuentran en algunos retablos de iglesias y numerosos cuadros de devoción. Su formación artística contó con la singularidad de tener tres grandes influencias: la formación bizantina, el alto renacimiento que aprendió en Venecia y el manierismo que conoció en Roma.  Sin embargo, los críticos de su época argumentaban que se trataba de un “pintor loco” y que su arte era muestra de su locura. Su obra fue revalorada en el Siglo XX, considerándole uno de los artistas más importantes de la última etapa del Renacimiento y se le recuerda como un pintor excéntrico y marginal en la historia del arte

Vincent Van Gogh

(El viñedo rojo cerca de Arlés es una pintura al óleo del pintor holandés Vincent van Gogh, realizada en Arlés a principios de noviembre de 1888. Supuestamente es la única obra que vendió el artista estando vivo.)

Uno de los pintores más importantes e influyentes en la historia no fue reconocido en vida. Sus obras eran calificadas como “demasiado oscuras y carecen de vida”, a diferencia de las pinturas impresionistas de la época. Aunque Van Gogh produjo más de 900 pinturas, sólo logró vender una: Red Vineyard at Arles. Tras cometer suicidio, la esposa de su hermano recolectó su obra y sus cartas en aras de otorgarle un justo reconocimiento al pintor.

Johannes Vermeer

(Vista de Delft es una obra del pintor holandés Johannes Vermeer. Está realizado en óleo sobre lienzo. Se calcula que fue pintado hacia 1660-1661.)

Este pintor holandés es ampliamente conocido por sus pinturas donde retrata escenas de la vida cotidiana de la clase media holandesa. A diferencia de los artistas previos, Vermeer gozó de un poco de reconocimiento durante su vida, pero jamás gozó de gran fama o riqueza, pues incluso tras su muerte, su familia quedó endeudada. Sólo se conocen 35 cuadros atribuidos a Vermer, pues se sabe que pintaba más para encargos, que para el mercado del arte. El reconocimiento de Vermer se dio hasta siglos después, en los que se destacó su “espléndido uso de la luz”, y con el paso de los años, sería incluido en la lista de los mejores pintores holandeses de la edad de oro. Su obra más famosa es La joven de la perla, pintada en 1665.

Rembrandt

(Los síndicos de los pañeros es un cuadro del pintor holandés Rembrandt. Fue ejecutado en 1662.=

Considerado uno de los mayores maestros barrocos de la pintura, Rembrandt se ha convertido en emblema de la historia de Holanda. Sin embargo,su historia es un tanto convulsa. A pesar de haber sido uno de los pintores más demandados en Amsterdam, su fama decayó después de que su obra The Night Watch fuera mal recibida por los críticos. Su vida terminó en la pobreza y la oscuridad, pero críticos contemporáneos revaloraron el trabajo de Rembrandt y lo encumbraron como uno de los mejores pintores europeos.

Paul Gauguin

(Mujer con una flor es un cuadro del pintor Paul Gauguin hecho en 1891 en Tahití. Se conserva en la Gliptoteca Ny Carlsberg de Copenhague.)

Inicialmente, Gauguin era un coleccionista de arte impresionista, aunque para 1879 comenzó a exponer sus propias obras. Sin embargo fue después de su estancia en Pont Aven en que Gauguin cambió su trayectoria y abogó por una representación del mundo rural. La incursión del francés en el arte fue mal recibida, por lo que no fue apreciado hasta después de su muerte.  Gran parte del trabajo del francés quedó bajo posesión del coleccionista de arte ruso, Sergei Shchukin. Gauguin es actualmente reconocido por “su uso experimental de los colores y el estilo de síntesis que se distinguió del resto de la corriente impresionista”.

Henri de Toulouse-Lautrec

(La pelirroja con blusa blanca es un cuadro del pintor Henri de Toulouse-Lautrec, realizado en 1889, que se encuentra en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid)

El pintor que se destacó por su representación de la vida nocturna en el París de finales del Siglo XIX, no gozó de fama o gloria en vida, principalmente porque vivió durante un buen tiempo al interior de un burdel, retratando la vida de las prostitutas. El pintor, que sufrió de una enfermedad que impidió su crecimiento debido a la endogamia de sus padres, cuenta con múltiples carteles de espectáculos nocturnos. La técnica de Toulouse-Lautrec se giraba en torno a dibujos con pinceladas largas y delgadas. Fue gracias a su madre, la Condesa Adele Toulouse-Lautrec, y su comerciante de arte, que comenzó la promoción de la obra de Henri, pues incluso se le pagó a un museo para que albergara su obra.

Georges-Pierre Seurat

(Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte es un cuadro del pintor neoimpresionista francés Georges Seurat, ejemplo de puntillismo considerado por muchos una de las pinturas más relevantes del Siglo XIX.)

El fundador de la corriente neoimpresionista, mundialmente conocido por su obra A Sunday Afternoon on the Island of La Grande Jatte. Seurat, tenía un importante acercamiento con la ciencia, hecho que lo llevó a experimentar con colores que se adecuaran a ciertas emociones y sentimientos. A través de distintos niveles de intensidad en los colores empleados, Seurat desarrolló la técnica actualmente conocida como “Puntillismo”. Ampliamente ridiculizado por su nueva técnica, la obra de Seurat fue relegada de cualquier distinción. Sin embargo, el genio detrás de su innovación fue comprendido y alabado tras su muerte.

Claude Monet

El padre del impresionismo vivió en carne propia el rechazo de la crítica y el público por romper con los paradigmas del arte, pues sus pinturas de paisajes, elementos naturales, pinceladas cortas y colores claros rompían con el estilo tradicional. A pesar de que Monet había expuesto en el Salón de París, su nuevo camino artístico causó que fuera aislado, y que de paso, empeoró su situación económica. El artista, como todo buen rebelde, se afianzó a su destino, con la certeza de que si hacia temblar a las instituciones culturales y artísticas, estaba en el camino correcto. Años después, con el triunfo de la corriente que él encabezó, Monet recibió su merecido lugar entre los grandes.
Texto tomado de: http://culturacolectiva.com

La historia de “El amor Brujo” de Manuel de Falla

Fotograma del film “El Amor Brujo” (1986)

Recién estrenado el siglo pasado, la famosa “bailaora” sevillana Pastora Imperio (abajo a la izquierda), una de las figuras sobresalientes de nuestro flamenco, manifestó a Manuel de Falla, su deseo de que creara para ella una obra clásica en la que se fundieran el baile popular y la etiqueta de  una obra orquestal. Falla asumió el reto y junto al dramaturgo Greogrio Martínez Sierra, estuvieron estudiando la forma de bailar de Pastora Imperio a la vez que rebuscaban entre las leyendas e historias del pueblo gitano que generación tras generación iban pasando oralmente de padres a hijos. Por supuesto la historia necesitaba de elementos intemporales para resultar atractiva, y para eso no hay mejor ingrediente que el amor y la muerte, aquí mezclado con las dosis justa de magia y encantamiento. Así nació, “El amor brujo”, la historia de la gitana Candelas y su amor imposible por Carmelo por culpa del celoso fantasma de un antiguo amante.

La bella y apasionada Candelas, había amado con locura a un gitano malvado y celoso a la par que fascinante y atractivo, a pesar de la vida infeliz que este gitano daba a Candelas, cuando este muere, ella no puede olvidarle y su sombra le persigue tenazmente; el recuerdo de su persona se vuelve hipnótico hasta el punto de parecerle un ente real que la persigue, un celoso fantasma que la hace pensar que puede que  aquel amor no se haya ido del todo y que la sigue amando y a la vez controlándola y juzgando sus actos. Su vida parece estar así dominada por un espectro que solo existe en su cabeza. Pero la naturaleza se impone, llega la primavera y el apuesto Carmelo empieza a rondar a esta bella y atormentada mujer, que si bien no rechaza ese nuevo amor, es incapaz también de dar el paso definitivo dada la obsesión con el pasado que la atenaza cada vez que Carmelo trata de seducirla. Carmelo urdirá una estratagema para vencer el maleficio que la aparta del amor de Candelas. Sabe que aquel amante del pasado era un mujeriego empedernido y que no sabía renunciar a una nueva aventura, así convence a la bella Lucía para que flirtee con el espectro y le haga olvidar por unos momentos sus celos. Lucia, curiosa acepta el reto. Así, cuando Carmelo vuelve a seducir a Candela se aparece como siempre el vigilante fantasma de aquel antiguo amante, pero esta vez se encuentra en el camino a la preciosa Lucia, que sabrá engatusarlo y distraerlo, momentos que Carmelo aprovecha para convencer a Candela de su amor y lograr ese beso perfecto que borrará de una vez por toda el maleficio que nublaba el corazón de Candelas.

La obra se estrenó en 1915, por supuesto por Pastoria Imperio, pero para alcanzar su forma definitiva tendría que sufrir numerosas modificaciones, hasta presentarse en el formato actual en 1922, fecha en la que obtuvo un clamoroso éxito en Paris.
El biografo de Falla, Burnett James, explicaba:
“La música surgió de las raíces y de las canciones y de las danzas de los gitanos andaluces y lleva en ella la mayor parte del tiempo una cualidad extrañamente primitiva; o más bien, un tipo de elementalismo emocional y espiritual contenido dentro de un envase técnico y estilístico altamente sofisticado. Hay también un sabor oriental frecuente, que no debe sorprender en vista de los muchos aspectos del flamenco que se sabe y se reconoce que derivan de lo oriental… Falla comprendió, aunque todavía no había estado allí, las diferencias significativas entre Andalucía y la Andalucía gitana y compuso de acuerdo con ello. Pero el compositor no utilizó ni una sola tonada tradicional, andaluza o gitana, aunque empleó con gran habilidad y comprensión varios de los ritmos de la danza popular. En cuanto al material temático, se mantuvo fiel a su propia creencia de que la música folclórica es más valiosa para el músico cultivado que no usa tonadas folclóricas auténticas, sino que llega a “sentir” su espíritu y esencia y de este modo les permite inspirar sus propias composiciones, pero no apoderarse de ellas… El carácter místico, misterioso y modal de El amor brujo imprimió un sello particular en esta música, pues derivaba del propio corazón de la materia que fue su objeto”

 

Texto extraìdo de: http://unapizcadecmha.blogspot.com.uy